Ser original, ¿nace o se hace?

Actualmente, estamos sometidos a muchísimos impactos diarios que nos atacan desde varios flancos: aparecen en nuestras redes sociales mientras estamos viendo vídeos de gatitos, nos miran cuando esperamos al autobús, y de aparecen en nuestros oídos en medio de la canción del momento.

Ante esta situación, uno de los problemas al que se enfrentan los anunciantes (entre otros) es que es muy fácil que su mensaje se pierda en toda una maraña de mensajes. ¿Dónde está la clave entonces? Podríamos pasar días y días analizando cuál es la clave del éxito y como siempre, cada uno tendrá su opinión que cerrará en banda cual Golum con “su tesoro” (con el tono de voz y todo).

Puede que la respuesta sea mucho más simple; y reside en la originalidad. Sí, sí. ¿Con qué mensajes nos quedamos? Con aquellos que nos transmiten “algo” claro, pero también con aquellos que son diferentes, que llaman nuestra atención. Hoy en día ser original cada vez es más complicado, no solo porque cada día aparecen nuevas opciones que echan por tierra el original de ayer, sino porque estamos tan acostumbrados a todo que ya nada nos sorprende. También es clave la sociedad, que en algunas ocasiones castiga la originalidad achacándola a “gente rara” o que no está bien de la cabeza por salir ligeramente de ciertos estándares marcados que son los “adecuados”.

Hay personas que por naturaleza son originales. Evidentemente, la educación es clave en todo esto. Si desde pequeños han fomentado nuestra creatividad, tratando de no imponer rígidos límites, hemos leído y valorado el arte, lógicamente nuestra mente estará más predispuesta a ser original porque no tendremos miedo a dar el paso.

Sin embargo, hay quienes tienen ese “algo” a lo que no todos podemos acceder. Cuántas veces ha pasado que una persona sin estudios superiores o una educación “clásica” ha resultado ser un genio. No voy a entrar en clásicos como Mozart, cuya historia es de sobra conocida. Tan solo es necesario observar a nuestro alrededor y detectar este tipo de talentos. No con tener estudios o experiencia en algo, sea diseño, escritura o lo que sea, uno ya es un genio, uno ya es original.

Quien es original, puede que sea el raro del colegio, puede que sea aquella persona a la que rechazamos en la oficina, puede que sea quien prefiere estar solo porque su mente funciona a otro ritmo… será el panadero que nos prepara las tartas en cada cumpleaños, la doctora a la que recurrimos cuando tenemos fiebre o la persona que tenemos al lado.

La originalidad está en todas partes. No seamos nosotros mismos quienes le pongamos trabas.

Publicado el 28 septiembre, 2017 en Creatividad

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