Bienvenidos al pasaje del terror

Con los escaparates de las tiendas llenos de calabazas de Halloween y los disfraces a la última orden del día, es inevitable pensar en aquello que nos da miedo, pero miedo de verdad.

En las agencias de publicidad y marketing es muy común sentir ese miedo. Hay días que incluso pueden parecer un verdadero pasaje del terror que nada tiene que ver ni con Jason, ni con Freddy ni con (ahora que está tan de moda) con Annabelle. Incluso a más de uno nos gustaría más encontrarnos con esta “encantadora” muñeca que con alguna situación de las que os vamos a mencionar ahora.

En la primera parada de este pasaje del terror, tenemos los emails de última hora de un cliente… un viernes o el día que nos vamos de vacaciones. (Grito). Si, esta es una de la situaciones que más acojonan. Además, siempre suelen darte en los mejores casos. Ese día en el que tienes que salir pitando y te falta una milésima de segundo para cerrar el ordenador y… chan chan chan, un email pidiendo “algo”, y ese algo no es algo simple, es un algo más contundente que el martillo de Thor.

No puede faltar la figura del proveedor. Ya sea por una localización para realizar algún evento, o quien nos tiene que traer documentación o algún producto imprescindible. En el camino del terror suele fallar algo, puede ser que el diseño super chulo que habíamos encargado para unas tarjetas con las que nos íbamos a meter al cliente en el bolsillo de forma vitalicia, parezcan traídas de Disneyland o peor: del paraíso perdido del Paint. Culpa nuestra, de la imprenta… o quién sabe. El señor Murphy.

El troll (y no el que vive debajo del puente), es el archienemigo del community manager a lo Joker con Batman; y es que no es para menos. Lidiar con el troll sin mandarle a tomar por saco ni soltar alguna burrada que pueda dejar en evidencia la marca que tenemos entre manos, es una ardua tarea dispuesta solo para los más valientes – pacientes.

Bye bye wifi. En algún lugar lejano, cuando se fuga la wifi de alguna oficina, se oye una carcajada maligna. Los envíos se quedan en el limbo mientras algunos ocupantes del oficina dan vueltas de un lado para otro, otros saltan del barco y los hay quienes la emprenden a golpes con el router. (Ríete tú de Negan, The Walking Dead).

Y sí… en la última puerta, cuando estamos a punto de salir, nos agarra el erudito, aquel que lo sabe todo y que da lecciones con una serie de tips anticuados pero con un lazo de purpurina. De él es fácil salir corriendo sin mirar atrás (sin leer nada).

Después de experimentar un pasaje del terror, lo de Chicote en «Pesadilla en la cocina», no es nada, más vale que nos metamos en la cama… Muajaaaaaaaaa.

Publicado el 24 octubre, 2017 en Marcas, Marketing, Publicidad online, Redes Sociales

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