Marketing a la vieja usanza

“Últimos estudios”, “Las nuevas campañas”, “Marketing digital adaptado”… El mundo del marketing está imparable, sobretodo con la adaptación a las nuevas tecnologías, lo que se explica como una nueva forma de “vender” y transmitir en un mundo en el que estamos constantemente impactados por todo tipo de anuncios. La cuestión es, qué hacer para que el usuario, ya atiborrado de anuncios hasta la saciedad, se fije en nuestro producto.

La respuesta puede ser obvia, como el ser diferente o aportar lo que nadie más aporta. Puede que esto sea más simple y debamos aplicar ciertas técnicas o aprender un poco del marketing clásico o del día a día. Ese que no necesitaba vender a través de las redes sociales ni aplicar estrategias cuidadas hasta el más mínimo detalle.

Veamos algunos ejemplos:

El tarot. Venga os podéis reír pero, ¿cuál es una de las máximas de todas las marcas? Satisfacer al cliente. Una de las mejores formas es diciéndole lo que quiere oír. La clave está escuchar al cliente (¿os suena?)y detectar qué es lo que está buscando, a partir de aquí elegir unas palabras bien cuidadas y ¡zas! ya le tenemos media hora colgado del teléfono. La técnica da igual (cartas, bolas, un rábano…) ya que solo actuará de elemento de distracción mientras la conversación fluye. Mención aparte a este tipo de figura callejeras que cambian las cartas por una ramita de romero con la que te leen el futuro a cambio de “la voluntad” que son capaces de sacarte a los calzoncillos si te descuidas.

En casa. No encontramos “técnicas de marketing” más eficaces que dentro del propio hogar. Normalmente atenderemos a los estímulos que más nos llamen la atención y tengamos más a mano (alimentos o cualquier otro tipo de producto). También las notas en la nevera son un claro elemento para llamar la atención pero, seguro que os ha pasado más de una vez que no veis la nota. Por eso, hay que elegir bien la “plataforma” teniendo en cuenta el “entorno” y sobretodo: el público objetivo. (Colores, material, tipografía…)

El boca a boca. Es algo que sigue funcionando muy bien, sobretodo entre los más jóvenes; aunque ahora se ha perdido la esencia y se pretende que se llegue “a todo el mundo”, y cuanto más mejor sin pensar si es efímero o de calidad. En este punto encontramos la técnica del “tupperware”, en la que a partir de (normalmente un ama de casa) “vende” las bondades del tupper a sus vecinas a través de su propia experiencia. Aquí tenemos una segmentación exacta y “clientes” más a largo plazo que no verán la marca en sí ni un producto efímero, sino una experiencia más, un imprescindible de su día a día.

¿Cuál es el común denominador? Quizás sea la personalización del destinatario haciéndole sentir especial, algo básico a la hora de querer realizar una estrategia de marketing que perdure en el tiempo y no solo lo que tardamos en escribir un tweet. Añadamos a la vida, un poco más de comunicación.

Publicado el 23 agosto, 2017 en Marcas, Marketing

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